Era el baile anual de la espuma. Todas las burbujas lucían sus mejores reflejos. Sin embargo, esa noche la burbuja adolescente, de aquella reconocida marca de jabón, se sentía muy triste y confundida. No había podido inflarse al tamaño que deseaba y su delicada superficie era mate. Al entrar al baño, todas las otras le volvieron a ver. Primero empezaron los cuchicheos y finalmente, las carcajadas desmesuradas que provocaron su llanto abundante. No pudo dejar de llorar y aquel baile siempre sería recordado como la inundación que ahogó a toda una espuma, cual diluvio de Noé.