Mujer nací y querían que me mantuviera mujer. Mujer para que fuera bonita, bonita dentro de las cuatro paredes de una casa, casa llena de hijos y ausente de marido, marido al que tenía que obedecer.
Mujer, me dijo mi madre, debo ser buena mujer. Mujer para no tener pensamientos, pensamientos que tuvieran una opinión que ofendiera a los hombres, hombres que me impusieron como vivir desde antes de nacer.
Todos me querían mujer, mujer para complacerlos a todos. Mujer para no tener descanso, descanso del trabajo hogareño e incesante, incesante censura y violencia, violencia por parte de mi hermano, mi esposo, mi amigo, mi compañero de trabajo y las reglas de mi Dios.
Mi vientre solo es visto como máquina creadora de vida, mi cuerpo como lujuria y diversión.
¿Alguien me preguntó lo que quería? ¿Alguien se preguntó por la salud de mi alma? Nadie…
Y hoy me ven aquí, muerta en este cuerpo inerte que muere ante la culpa injusta de solo haber nacido mujer, mujer irreverente y libre, libre de cadenas en una sociedad todavía enferma de opresión.
No soy una muñeca, no soy tu juguete sexual, no soy un cerebro vacío y sin emociones. Aún hoy en este cadáver tengo derechos, tengo voz, tengo libertad, tengo fuerza, tengo alianzas, tengo testimonios…