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    • #1859

      Necesito un consejo. ¿De qué? De chicas. ¿Y por qué creés que te puedo aconsejar? No lo se, pero pensé que quizás por tu edad tenés más experiencia como para aconsejarme. No lo se -respondió-, de verdad te agradezco que creás que te puedo ayudar, pero la verdad es que mi conocimiento en el tema es muy limitado. Al menos pensalo -escribió una última línea en el whatsapp- y me decís más tarde.

      Dejó el teléfono a un lado y se levantó por un vaso de agua; tenía la garganta seca de tanto hablar en voz alta, pues se había pasado el día practicando decenas de simulaciones sobre cómo hablar con ella. El mismo mensaje, pero en diferentes tonos, poses, palabras, orden de las cosas; había probado de todas las maneras que se le podían ocurrir y ninguna le parecía perfecta. No entendía por qué tenía tanto miedo. No es que nunca hubiera hablado con una chica, pero invitarla a salir era otra cosa. ¿Si me dice que no? Uy no, qué ridículo. ¡No la podría volver a ver a los ojos! Pero y, ¿si me dice que sí? ¿Qué hago después? ¿Le sigo hablando como si nada? ¿Le digo que quedamos en eso y ya? ¡Ay Dios! ¡Por qué será tan difícil! El teléfono vibró sobre la mesa, y en la pantalla se iluminó el mensaje que esperaba. ¨Está bien. Intentaré ayudarte¨.

      Del otro lado de la línea, unos ojos llenos de duda repasaban el mensaje recién enviado. ¿Por qué acepté? -se dijo. Se siente raro tener que ayudarlo en un tema de mujeres. Es capaz de ponerse a dar detalles y qué incómodo… Uno no habla de esas cosas en la familia. A mi nadie me dio consejos. Yo todo lo aprendí por mi cuenta, por ensayo y error. Equivocándose y ya. Nada más espero que no me venga a pedir que lo acompañe. Eso sí sería raro.

      Gracias por aceptar -dijo en tono de agradecimiento mientras encendía la luz para despejar las sombras que la tarde había empezado a proyectar-. Sí, de nada. pero no esperés que te de muchos consejos. No importa -respondió- lo que podás decirme estará bien. La verdad es que estoy hecho un saco de nervios, he pasado todo el día practicando que decirle. ¿Qué hiciste qué? -le interrumpió. ¿Pasaste practicando lo que le vas a decir? Ay no, qué ridículo. Ni que te fueras a casar con ella. Solo la vas a invitar a salir. Pero -replicó- es que quiero que todo salga bien y no se por donde empezar. Si querés te digo lo que estoy pensando ¡Estás loco! -lo cortó-, no me digás nada, eso es muy incómodo. Mirá. Cuando vas a hablar con una chica, solo tenés que ir y ya. Le preguntás que si quiere salir con vos y ya. ¿Pero y si me dice que no? -le respondió-. Pues buscás a alguien más. ¿No has oido eso de que hay muchos peces en el mar? Pero es que yo solo quiero salir con esa pecesita -dijo- con picardía. Y los dos rieron animadamente.

      Mirá, -se le acercó tranquilo y tomándolo de los hombros- yo se que si mamá estuviera aquí no tendríamos que tener esta conversación, pero en algún momento te tenés que levantar y entiendo que con todo lo que has pasado se te haga difícil invitar a salir una chica; pero papá -dijo mirándole de frente- se que lo harás muy bien y no tenés nada de qué preocuparte, qué chica no querría salir con un papá como vos.

    • #1860
      Viviana MagañaViviana Magaña
      Participante

      Hola Fran!
      Amé tu relato. Me parece tan emotivo e incluso muy cercano a mí.
      Tienes una forma muy dulce de retratar el compartir con tus hijos.
      Es tan real.
      Te felicito!

    • #1861

      Muchas gracias Vivi!!

    • #1872

      A mi también me gusta mucho tu manera de escribir, Frank. Me lleva exactamente al momento; me hace visualizar la escena, y leyéndolo me parece oirte. Y lo de la pecesita, un primor. 😉 El amor no tiene edad, la verdad. Awwwww.

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