Inicio Foros Taller literario Narrativa El Chirri

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      Ejercicio usando: Introducción monólogo interior (discurrir de la conciencia), panalápsis, narrador sobre el personaje, intercalación de cualquier tipo, hipálages
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      “Tengo tres campos para el Chirripó”, rezaba el anuncio en Facebook.
      Hacía rato que había dejado la vida bohemia y me había lanzado a la vida deportiva. Tenía muchas ganas de subir a ese lugar mágico conocido como la Tierra de las Aguas Eternas; ver los crestones y vivenciar un amanecer a 3.820 m s.n.m. Si, a ese famoso cerro tenía muchas ganas de subir.

      Nella, puntual como siempre, estaba en el sitio de encuentro junto a su café y un mapa marcado con puntos rojos. De todas, ella era la más entusiasta. Ya sumaba con este viaje cinco subidas al cerro. “¡Qué emoción volver al Chirri!. Espero que ninguna se quite el tiro después”. Carolina, pegada en una presa y sudando a chorros de pura conjoga, estiraba la vista hacia el frente y solo lograba ver una fila interminable de carros, y de pura congoja sudaba a chorros. -“Qué tirada, esta vaina es parecida a un parqueo”. Me bajé del Uber cuando las manecillas del reloj, sin apuro alguno, marcaban las cinco de la tarde. Saludé a Nella y me pedí un café. “A lo que vinimos. Contámelo todo”. Mi corazón hacia bum bum. Mientras charlábamos sin puntación esperábamos a que el crepúsculo trajera a Carolina. Un sorbo de café, un bocadillo; tibio, delicioso. Lo que cayó fue un mensaje por WhatsApp. “Dice Carolina que no va a lograrlo”, leyó Nella… “que la presa es más larga que domingo sin plata, y que ya tiene los ojos abarrotados de tantos vehículos”.

      El día elegido salimos las tres aventureras con nuestras emocionadas mochilas cargadas de ilusiones. La primera noche nos recibió el viento que susurraba sin descanso; los árboles mecían sus ramas después de ver nuestra alegría. Una lechuza observaba atenta el inicio de un periplo más. La noche oscura e indescifrable como los ojos de un gato, proyectaba un aire de serena quietud. La madrugada y el frío nos trasladaron a un sendero paciente, pero cansado de caminantes que persiguen ese lugar de aguas eternas.

      “Han sido días larguísimos de preparación para esta aventura, tantas madrugadas, dejar las cobijas calientes…Vamos, que si se puede… ¿Será que toda la subida es así de empinada?. Kilómetro Uno, Los Monos…Dentro de tres días estaré bajando …Pero ahora tengo que subir. No en vano le llaman el Termómetro al primer kilómetro. No seas ingrata… El Jilguero, kilómetro dos apenas… Uf, ¿cuántos eran? Qué lindas barbas de viejo. Y esa neblina… Ojalá no llueva. Ay, no qué embarcada. Necesito un plano. Tengo que superar esas limitaciones mentales que arrugan y encogen. Aquí es disciplina mamita. Disfrutar el hoy y el ahora”.

      Volteándome hacia mis amigas que venían detrás: – “!Adelante, chavalas, que no se diga que no pudimos ver un amanecer en el Chirri!

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