Mi cuerpo tiene memoria, recuerda el tibio roce de sus caricias, el sudor manado de esos días de encuentro con música tenue y burbujas.
Mi cuerpo recuerda el brillo y ternura de unos ojos en color café, mi cuerpo todavía siente el alegre sonreír de esos mismos ojos, recuerda su aliento y saborear sus labios. ¿Cómo olvidar ese cuerpo joven y terso?, si, mi boca recuerda su terso sabor. Mis ojos recuerdan su expresión al decir que teme, recuerda la emoción al escucharle que ella también quiere, aún con miedo. Mi cuerpo recuerda la textura de la cama en que fueron uno en feliz y desenfrenado deseo. Mi brazo recuerda la curva de su cintura y la sensación que provocaba. Mis manos se llenaban de ella.
Mi cuerpo recuerda su abrazo, su olor, sabor y mirada. Recuerda el esfuerzo doloroso por olvidar, recuerda noches de lágrimas, estelas tristes en la piel, su voz al teléfono y su llanto mezclado con el mío, el adiós y el motivo, el dolor por su ausencia, la muerte de la ilusión, mi cuerpo recuerda su voz diciendo adiós, diciendo adiós, su voz entrecortada terminando la aventura. Mi cuerpo recuerda el sonido de mi corazón partiéndose, los días de agonía, las noches de culpa, de zozobra he inquietud. Recuerda las preguntas sin respuesta, mi cuerpo también recuerda eso.
Si, la recordaba con todo lo que fue, no puede decir con cual parte no la sentía, aún no sabe si queda rastro. Mis manos están vacías. Por todo eso, mi cuerpo en defensa propia y sin decirlo inició el olvido, a callado, guardado en algún sitio el arcoíris de sentimiento que una vez le despertó. Mi cuerpo para sobrevivir a cambiado de memoria, solo entendía de pasado, días lejanos que hicieron brotar pequeños tallos de sentimiento. En defensa propia a enmudecido, está enfermo de olvido, vaga en busca de respuesta, sabe que no la hay solo el sentimiento fugaz de lo efímero, mi cuerpo solo me habla para decir que ya no recuerda cuando o dónde dejó guardado ese brillo en color café que le hizo caricias en la piel y el alma, no recuerda dónde quedó el aroma que solía beber, mi boca ya no recuerda su sabor, en defensa propia mi cuerpo se alejó, en defensa propia olvidó.
En defensa propia y con dolor, una noche de brumas le besó con ternura, besó con nostalgia, besó el recuerdo y dijo adiós.
Ella, con llanto lo agradeció, mi cuerpo lo aceptó, se desvaneció