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Marcella Román López.
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octubre 30, 2024 a las 9:01 pm #1883
Marcella Román López
ParticipanteEjercicio: Crear dos personajes. Plantear conflicto existencial. Buscar un objeto hecho a mano; uno de los personajes es artesano. Qué pensaba mientras hacía esa artesanía. Cómo llega a las manos de ese personaje. La artesania es lo que unse al personaje uno con el personaje dos.
——******——No había terminado de poner un pie en Italia cuando a Chica Manuela se le dibujó una enorme sonrisa en su rostro. Esa mañana, Josefina se había despedido de su hermana e inmediatamente se había dispuesto a quitar los regueros del desayuno. Nunca ha soportado las boronas, ni la mancha circular que deja la jarra del café sobre la mesa. Cambia sábanas, lava los edredones, coloca los enlatados por orden de tamaño en la alacena. Ella aprovecha la ausencia de su hermana para ver qué elimina de su habitación. “!Oh Chica Manuela, para qué tendrá tantos chunches!. Mirá, esa torrecilla Eiffel está tan herrumbrada. ¿será que se da cuenta si se desaparece?”
Chica Manuela y sus amigos llegaron sanos y salvos a la estación de Términi. Un mal cálculo en el horario les hizo perder el tren hacia su destino final. Tuvieron que pasar la noche en Roma. Josefina había terminado satisfecha sus tareas domésticas y se había sentado en la terraza, café en mano para retomar su lectura. Estaba a unas pocas páginas de terminar Roma Soy Yo de Santiago Posteguillo. Había pensado en Chica Manuela. “Ojalá no le dé por traer esos pinochillos que tanto le gustan. Ah, pero que si traiga una botella de limoncello. Chica Manuela, sentada a la orilla de una preciosa fuente cerca del hotel, bebió una birra Moretti. Hacía frío. Respiró satisfecha. Estaba en Roma. Pensó en Rómulo y Remo. Pronto vería las espectaculares ruinas, sus encantadoras plazas y tendría oportunidad de hablar en la lengua de Dante Alighieri. Y Josefina descubriría, sentada en la terraza, cuáles habían sido los extraordinarios sucesos que marcaron el destino de Julio César.
El curso de talla en madera al que se había anotado Chica Manuela, en una ciudad vecina a Roma, le deparó muchas alegrías desde la primera clase. Siempre tuvo claro que el trabajo final sería un enorme Pinocchio que le regalaría con todo su amor a Josefina. Como Gepetto, ella encontró un trozo de madera muy particular para dar rienda suelta a su imaginación. Sacó de su bolsa los cinceles, gubias y cuchillos y talló con delicadeza los primeros rasgos de lo que sería su mejor obra. Después de un mes, Chica Manuela regresaba a Costa Rica, con su hermoso muñeco de madera en su equipaje. Josefina, quien es profesora en la Universidad Nacional, pasaba como siempre, al final de sus clases, por la esplanada de Ciencias Sociales, donde muchas veces topaba con manifestaciones artísticas, ferias de libros entre otros. Esa mañana en particular se sentía contenta porque regresaba su hermana. Vio a un artesano sentado en las gradas. Se acercó para ver qué vendía. No pudo evitar soltar una risilla acompañada de la interjección: ¡ja!. Le compró algo y se marchó.
Esa noche, cuando Chica Manuela muy emocionada le daba a su hermana el muñeco de madera junto con un fuerte abrazo, Josefina a su vez, con la risilla sostenida de la mañana, pero sin la interjección, le reciprocaba el detalle regalándole el llaverito de Pinocchio que le había comprado al artesano en la explanada de Ciencia Sociales esa mañana al salir de clases. Ambas soltaron una enorme carcajada y brindaron con limoncello a la salud de Gepetto.
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