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      Danier Delgado MataDanier Delgado Mata
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      Personaje 1: Ana, lleva varios meses alucinando con personajes internos asegura que son reales y le ayudan en sus decisiones.
      Personaje 2: Mauricio, desde niño se ha refugiado en el estudio, tiene maestría en computación.

      Ana se ha levantado como todos los días, de buen ánimo y se diría que hablando o charlando sola. De lejos cualquiera diría que en realidad alguien le acompaña, eso ocurre de vez en cuando. -mirá que ese almuerzo no te va a llenar hoy-
      le agrego algo del super y listo replicó Ana
      -claro por eso saliste tan bien en los últimos exámenes, triglicéridos bellísimos y casi aplastas la pesa-
      no exageres, si subí, pero no mucho, además estoy caminando en las mañanas
      -Caminando, pero a la panadería porque tremendo bolsón traes de vuelta, pero en fin eso es una charla sin pies ni cabeza, vos no te quieres y no cuidas de tu salud, ahí veremos cuando caigas patas arriba-
      -Ustedes que hablan?, no se cansan de lo mismo siempre, que si la otra come o no, que si el ejercicio, ya déjala que ella verá si está gorda o no, en fin, ya tiramos la toalla con ese tema, no hay manera que nos atienda, termina haciendo lo que le viene en gana, por eso está sola-
      Madre, buenos días. Espero y hoy estés mejor. ¿Por cierto, otra vez hablando con gente que solo vos te imaginas?
      Hola hijo, amaneciste despelucado.
      -Ya va la otra, cuantas veces le decimos que no diga esas cosas, por eso Mauricio ni te para bolas-
      Ustedes se callan
      Madre es conmigo?
      No hijo, solo que no puedo opinar.
      Pero si yo no he dicho nada, solo buenos días.
      Usted no hijo, esos otros que andan con las orejas paradas para alegar por todo, y por nada.
      Madre, en definitiva usted me asusta, nunca sé si es conmigo o con esa gente que vive allí.
      Allí donde, allí donde, no empiece con esas cosas
      Cuales cosas, usted siempre habla que habla de día o de noche y no se sabe con quién o es que piensa en vos alta, en fín ya ni ganas de desayunar, me voy, chao
      -otra vez, te lo hemos dicho que la cagás, te pones en esas cosas que a Mauricio no le gustan, él solo eso de computadoras y jueguitos, pero no, ella le da la cantaleta con nosotros sabiendo que el niño no tolera que hablemos entre nosotros, cierto. –
      -Sí, él tiene razón, discutimos entre nosotros y no en presencia de Mauricio, mirá que es como su papá que no le gustan esas cosas y se cansó, ¿o es que también querés cansar y alejar a tu hijo? –
      Ya, silencio ustedes que son los que empiezan con su verborrea y yo los sigo, que si como pan, que estoy gorda o flaca en fin a uds que les importa
      -Pues mucho – grito una vos fuerte- hasta a mí que tengo el sueño pesado, me han despertado, ¿a ver hoy que fue? –
      -esta Ana que dis que sale a caminar y solo camina a la panadería por eso está pasada y hoy en medio de la conversación que tenemos entre nosotras tres, pues se le olvida que a Mauricito nosotras no le caemos bien. Es igualitico a su tata –
      – Pero mujer que estás diciendo si ni siquiera sabe que existimos, eso es entre Ana y nosotros, ¡¡en loco va a parar ese niño!! Ya sabía que ese alboroto que me despertó algo traía. –
      En fin desaparezcan todos, es hora de ir al trabajo. Chao.
      Esa era la manera en que Ana lograba callar sus pensamientos.
      Madre buenas noches, está muy rica la cena.
      Mijo, con todo gusto. Aprovechando quisiera saber porque en estos días estás como apagado, ido.
      Mamacita es que tengo muchas cosas en la cabeza, creo es hora de salir a estudiar fuera, conocer una mujer y hacer vida.
      Ana sintió algo, y hasta sus imaginarios palidecieron, pero del susto ni aparecieron.
      A ver hijo, cuando uno anda en esos enredos, pues lo mejor es tomar consejo. Mira que yo lo hago.
      Usted?!! Si lo que se le ocurre es hablar sola
      ¡¡Mauricio por favor!! Yo expreso mis sentimientos y opiniones, no ves que una vez el psicólogo me dijo que al hacerlo en vos alta, hay una probabilidad de que nos escuchemos y así aclaremos los pensamientos. Lleguemos a la solución solitos.
      Te pido hijo, que hables con tu yo interior, eso de querer irse no me parece.
      -Lo que quiere es no quedarse aquí sola y amargada,- dijo la vocecilla con cierta calma.
      Mauricio le miraba, ya sabía de esos episodios donde recibía una lluvia de consejos o sugerencias y nunca ha podido averiguar cuál de ellos es de su madre. Ya tiene suficiente lidiando con cerrar sus oídos ante cualquier ruido que él no pueda palpar el origen.
      Hijo te pido que sigas tu intuición. Yo a lo largo de este trayecto he estado sola y mi intuición me ha guiado, es cierto que algunos creen que yo tengo en mi cabeza a otras personas, pero no es así. Recuerda que solo vos tenes la salida, déjate guiar.
      En este punto Mauricio cayo en un profundo sueño, su mente se llenó de silencio.
      Hoy el fresco y fuerte olor a café le ha despertado.
      Madre ese café que usted me da cada día tiene un ligero sabor, es algo que no sé qué es.
      No mijo, yo lo hago con todo el amor y seguro es eso.
      Mauricio solo se ha dado vuelta y se ha dispuesto a seguir durmiendo, el cuerpo se lo pide.
      ¿Doctor qué piensa? Pregunta una joven de lentes que se apoya en la ventana.
      Pienso que ya ni el medicamento surte efecto, en definitiva, Mauricio no reacciona y temo que su mente no salga de ese lugar. El hecho que su madre decidiera saltar por la ventana para acallar las voces que decía escuchar y hacerlo delante de su hijo, ha hecho que él se quedase en ese trance, viviendo en su mente antes de ese día. Pareciera que ha tomado para sí a los personajes que desde niño escuchó dialogar con su madre, ante la perdida, ha preferido asumir el recuerdo de ella con todo y el rollo psiquiátrico que tenía. Pobre joven, tan brillante que era, incluso iba en camino a un doctorado.
      Pero en fin jovencita, la mente es un laberinto sorprendente.
      La joven a través de sus lentes miro a Mauricio que seguía arropado en una cama amplia, en un lugar vacío pero con su cabeza llana de conversaciones y divagaciones, le parecía que los azules ojos del joven, estaban llenos de amor. Con pena llenó el informe, duplicar la dosis y observar.
      Madre ya pare, por favor deje de hablar con sus imaginarios.
      Mauricio por favor me respeta, ya lo he dicho antes.

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