Maravillosa noche de luna llena…
—¡Mami! ¡Mami! ¡Má! ¿Dónde estás? ¿Dónde se habrá metido, por Dios?
—¡Qué cansado! Ya viene, pero nadie la tiene. ¿Para qué viene sin avisar? Me faltan tres minutos para terminar…
—¡Dios mío! ¡No puedo creerlo! ¡Mami, por favor! ¿Qué le pasa?
—¿Qué me pasa con qué?
—¡Mami, tápese! ¡Se va a resfriar! Le va a dar algo… Yo no puedo creer esto… ¡Mami, qué está haciendo?
(Silencio… Nadie dice nada.)
—No puedo creer que mi mamá, a estas alturas, haga estas cosas. ¡Por Dios, qué vergüenza! ¿Qué hago? ¿Me voy? Pero es que ocupo el pasaporte, lo dejé aquí después de ese viaje.
—¿Para qué será esa agua? ¡Ay, por Dios! ¿Qué les pasa a los señores ahora? Yo vengo llegando de misa y ella con estas locuras… ¡Señor, líbrala de esas locuras! Yo no puedo creer esto. Es que si yo lo cuento, no me van a creer… Lo peor es que sí me van a creer.
—No me logro concentrar en esto… ¡Qué risa! Ya me parece la retahíla que me va a dar… ¡Ay, qué maravilloso! El calorcito del fuego, el viento, la tierra… Ya me va a salir con que Dios me va a castigar, lo sé… ¡Por Dios! ¿Qué es esta risa que me gasto? ¡No me puedo concentrar!
—Gracias por mis hijos, por mi trabajo, por mi casa, porque puedo dormir, por mis amigas… por la risa. ¡Qué escándalo! ¿Qué andará buscando?
—¡Alarma, cinco minutos! ¡Alexa, silencio!
—¡Mami, tápese, por Dios! ¿Qué está haciendo?
—Ya no puede uno darse baños de luna. Pérese pa’ tomarme el agua.
—¡Mami, usted está loca! ¡Eso es brujería! ¡Dios mío, Dios la perdone! ¡Lo que se va a buscar es una pulmonía!
—Ay, por Dios hija, alimente su espíritu. Todos somos energía, todo es energía. La luna llena nos da energía. Si usted se hiciera estos bañitos, le aseguro que estaría de mejor humor. Ya me pongo la pijama… ¡Ay, qué risa! Gracias, energía maravillosa…
—Baños de luna, baños de luna… Gracias por el pasaporte. ¡Ya me voy!
—Hasta luego, mi amor. Rece por mí, que la luna te acompañe.
¡Portazo!
¡Carcajada!